19 jun 2011

Quimera II: INFANTIL

Una de las razones por las que más me fascina el animal humano es por el hecho de que, a diferencia del resto de animales, va degenerando con el tiempo en vez de al revés. No en el sentido de tener el culito más o menos suave, o tener más o menos patas de gallo, no -en el sentido de que cada vez va haciéndose más artificial, más masoquista, menos humano. Como comenté anteriormente, es un suicida.
Pero antes de que perdieran la alegría de vivir, los suicidas fueron niños. Los niños representan la expresión más pura del animal humano -ellos no están contaminados. El resto de la especie presume huir de esa expresión alegando que "son mayorcitos para ocuparse de esas niñerías."

Sí. "Niñerías".
¿Qué diferencia a un niño de un adulto? O, para plantearlo mejor, ¿qué diferencia a un adulto de un niño?

No veo la diferencia entre los preescolares que se divierten como enanos (valga la redundancia) jugando a que se afeitan el bigote o se pintan los labios para estar guapas, creyendo que son mayores, y los adultos que se afeitan o se maquillan para estar "provocativos"  y tratar de pillar cacho -creyendo también que son mayores por ello.

A un niño pequeño le basta con darle un beso, así sin más, a una niñita para hacerse amiguitos inmediatamente –y eso si no es la princesita la que va a por el Don Juan. Y si no cuela, siempre quedan Pocoyó o el piano electrónico de no-se-qué marca de juguetes para recuperar la alegría de vivir. ¡Pero a un adulto nooo! A un adulto le hace falta darse un cursillo interior sobre auto-estima frente a los demás, aprender como emperifollarse para ser sexualmente deseable (o simplemente para ocultar ese pedazo de imperfección que por alguna razón sólo él es capaz de ver en toda su magnitud), aprender a dirigirse al otro con ingeniosidad y tacto, aprender a bailar decentemente, aprender algo de cultura general para impresionar a la peña –cuando no criticamos o comentamos cosas de las que no tenemos ni puñetera idea –y aprender a tocar y besar a una persona sin que salga huyendo.


(SI NO HACES LO PROPIO UN ADULTO, NUNCA TE TIRARÁS AL TI@ BUEN@ DE TURNO. ¡CORRE A CONVERTIRTE EN ADULTO!)

No llegamos ni a “prefabricados”, y ya tenemos que ser “perfectos”. Y si la cosa acaba mal, ni te cuento… toca ahogar las penas en pianos, guitarras, baterías, bebida, drogas, amigos graciosos que ni son amigos ni son graciosos, etc. Con suerte, sacaremos una magistral y profundísima lección sobre los reveses de la vida y sobre como el infortunio puede interponerse en el destino más perfecto, así como una lección sobre los misterios insondables del sexo opuesto. Pero eso sí, él o ella siempre tuvo más culpa que yo.
¿Y todavía tenemos la osadía de decirle a un niño pequeño, con la cabeza alta, sobre cómo tratar o no al sexo opuesto?


(Debería darnos vergüenza. Nietzsche tenía mucha razón sobre ellos)

Tampoco veo la diferencia entre un niño pequeño que todos los días lleva a cabo el ritual de ver su serie favorita y el adulto que día tras día sigue los informativos. “Ah, pero los informativos son información real sobre cosas que pasan en la vida real –no como una serie de ficción” Claro que sí, campeón. Por eso Japón y Haiti salieron de la palestra a las dos semanas a pesar de su constante producción de hechos reales; por eso le dan bombo y platillo a un determinado evento cuando conviene para mantener a la gente contenta, como ocurrió con el mundial de fútbol el verano pasado, y por eso nadie ha nombrado nunca nada sobre Islandia en los telediarios (No me meteré con lo que hizo Telemadrid respecto a lo que está pasando ahora en la calle -que sólo quiero sembrar la duda para que la gente se plantee cosas, no que me cierren el blog). Ni que decir tiene que de las guerras y demás asuntos “de interés mundial” nos dan las dosis según prospecto médico: dos raciones al día, y a medida que baje la fiebre ir disminuyendo.
Y sin embargo ahí que sigue el adulto, ojo avizor a lo que sale por los medios y dispuesto a secundar (o atacar) a sangre y fuego según qué noticias. Y como al niño se le ocurra coger el mando para cambiar de canal y poner a los Simpson, manotazo en la mano y trae para acá, que esto son cosas de adultos y son cosas serias. (Sé que el ejemplo de los Simpson me ha venido como anillo al dedo… pero quien dice los Simpson dice cualquier cosa) "Hay que cumplir con el ritual diario de ver los informativos, que si no, no somos personas. ¡Es lo correcto! ¡Es lo razonable! ¡Lo hacemos precisamente porque somos adultos!"



Más pruebas de nuestra irremisible infantilidad. Dos chavalines que disputan sobre si Superman es más rápido que Flash, se pegan cuatro berridos el  uno al otro, al final se intercambian sus cromos de Superman y Flash, y se van tan amigos a jugar a otra cosa con un pelín de afonía en sus gargantas, pero felices. ¿Qué diferencia hay entre su situación y la situación de los religiosos y los ateos, la de los fans de Ozzy Osbourne y el resto de ese mundillo y los fans del mundillo de Disney Channel? ¿La de los madrilistas y culés, los rojos y los fachas, los que dicen que existe una ética absoluta y los que abogan por el relativismo?
“Es que Dios realmente no existe, es que los Jonas Brothers y CIA son basura comercial que incita a la imbecilidad, es que el Madrid tiene más trofeos, es que los fachas odian a los extranjeros y los gays, es que es de tontos decir que no hay nada absoluto…” Vale, supongamos que es verdad. ¿A TI QUÉ PUÑETAS TE IMPORTA?


(Actitud saludable ante la estupidez: primera y única lección)

Como creo que a estas alturas ha quedado patente (si no te ha quedado claro, deberías replantearte si eres tan perspicaz como te crees –o limpia el monitor de roña, si es el caso), no nos diferenciamos en gran cosa de los niños pequeños. Vale que un niño se puede parecer a un adulto en el hecho de que va por la vida diciendo que Superman es lo mejorcito que hay a cualquiera que quiera oírle. Pero no verás a ese niño buscando a admiradores de Flash y acusándoles de retrasados, mojigatos o de ser el cáncer del patio del recreo –y mucho menos saboteando las actuaciones de los otros peques y liándola parda. ¿Por qué los adultos, maduros y responsables se preocupan más de impedir que los otros crean en lo que quieran creer, que en pararse a pensar en la solidez de sus propias creencias? ¿En joder a otros antes de que ellos te jodan a ti? ¿En impedir que contaminen el cerebro de nuestros hijos con sus ideas, en lugar de enseñar a nuestros hijos a tener y defender ideas propias? Se nota la confianza en la propia decisión de elegir creer una cosa u otra, se nota la fe en la capacidad de no dejarse influir por nada –y se nota el aburrimiento, mucho, muchísimo…



Una vez más quedan de manifiesto las ideas que expuse en la Quimera I. Cómo nos puteamos continuamente a la hora de ser felices.
¿De dónde viene el miedo a no poder pensar lo que queramos, a no vivir como deseemos? No es del miedo a lo fuerte que sea el otro, sino del miedo a lo débiles que seamos nosotros, el miedo a nuestra propia incompetencia. El sentirnos amenazados ¿fundada o infundadamente? Pregúntense a sí mismos.
Si queremos desembarazarnos de ese lastre, debemos empezar a asumir que nadie está en la obligación de pensar lo mismo que nosotros –y entender no solo que es bueno que no haya dos personas con pensamientos totalmente iguales, sino que el hecho de que alguien piense auténticas paridas es únicamente problema suyo. Todo cae con su propio peso con el tiempo, y no es problema de uno si otro quiere estrellarse. Y si tenemos la suficiente inteligencia y la suficiente personalidad para no dejarnos sugestionar por cualquier “gran vaca sagrada de la sociedad” (independientemente de su antigüedad), ¿por qué habríamos de temer nada?
Y más aún, ¿por qué deberíamos extender nuestras acciones a un nivel tan público que acaben por afectar a terceros que no conocemos de nada? Ningún mercader rico va por ahí fardando de tesoros. Los guarda en el arcón. Del mismo modo, la persona verdaderamente superior y  noble es la más natural y sencilla.

Los niños pequeños son más nobles que nosotros a ese respecto en el sentido de que están convencidísimos de estar en lo correcto, hasta que aceptan sin tapujos algo mejor de lo que tenían –y en el sentido de que ellos, hagan lo que hagan, nunca causarán daño a nadie por sus creencias. Son lo suficientemente inteligentes como para saber que estas no son el centro de sus vidas.
Eso hasta que nuestra divina sociedad les comienza a inculcar miedo hacia todo, incluso hacia sí mismos. Y dejan de ser simples niños para ser niños “en fabricación”. Niños de guardería.

18 jun 2011

Quimera I: ANIMAL SUICIDA

TESIS BÁSICAS

1-El ser humano es otro miembro más del reino animal. No puede decirse que sea “superior” o “inferior” a los demás animales, hablando en términos fisiológicos, éticos o de cualquier otra índole. Es, simplemente, el miembro más peculiar.

2-Como animales que somos, los seres humanos estamos gobernados por los impulsos e instintos naturales, los cuales nos guían en nuestro único y gran cometido biológico: sobrevivir. Debido al nuestro peculiar desarrollo evolutivo, esos instintos toman la forma de emociones, (admiración, gratitud, camaradería, desconfianza, pena, animadversión, enfado, etc.) las cuales a su vez pueden convertirse en sentimientos (amor, odio, fanatismo, etc.) El factor determinante del animal humano es la naturaleza emocional de este. Los humanos nos movemos por nuestras emociones, las cuales en última instancia responden a instintos animales, nuestros instintos animales, propios de cualquier otra especie.

3-Debido (una vez más) a nuestro peculiar desarrollo evolutivo, los humanos hemos sacrificado grandes zarpas, corazas protectoras y demás parafernalia por un único instrumento: la razón. La razón es nuestra “arma definitiva”; es la facultad de interpretar el mundo que nos rodea de la forma más objetiva posible y de actuar en consecuencia. A través de nuestro potencial intelectual, los humanos descubrimos cosas, creamos cosas y nos relacionamos con la vida “a nuestra manera”.

4-La actividad racional es incentivada por nuestras emociones. Puesto que la razón es un utensilio en nuestro poder, como antes se mencionó, no es algo autónomo que actúe por sí solo, sino que necesita de un incentivo, un motivo para ponerse a trabajar. Ese motivo son nuestras emociones, que nos guían para sobrevivir. Pero los humanos tenemos una forma de sobrevivir bastante especial, como expondré en la próxima tesis.

5-La supervivencia del ser humano, si bien es un imperativo biológico como el de los demás seres vivos, necesita de algo más que los meros instintos e impulsos. Debido a nuestra naturaleza emocional, los humanos somos seres emocionales que necesitan ser felices para llevar a cabo ese cometido. La felicidad es el verdadero elixir de la vida, es lo que motiva a un ser humano a seguir viviendo y progresar, a “ser” y ser lo máximo que puede llegar a ser. A sobrevivir, en última instancia. Un ser humano infeliz es un ser humano sin fuerzas para enfrentarse al mundo, hablando tanto física como psicológicamente.



Parece sencillo, ¿verdad?


No lo es tanto cuando cierto chalado ha tenido que publicarlo en un blog como este. No lo es tanto cuando aún quedan quienes se consideran superiores al planeta que los vio nacer, y reniegan de sus raíces animales. “Somos mejores que los animales, somos más dignos que los animales” proclaman en voz alta. ¿Por qué más dignos? ¿Por un cerebro más desarrollado? ¿Por una capacidad de modificar el entorno sin precedentes, hasta el punto de destruirlo para crear uno nuevo y artificial? ¿Por ser capaces de auto-torturarnos con nuestra propia mente a través de quimeras y negar lo que realmente somos, revolcándonos en la frustración?
              (Sí, debería ser "seguirme", pero yo no hice la viñeta)

Desde pequeños se nos inculca que debemos ser “civilizados”; se nos inculca que debemos ser “seres sociables”, que debemos ser “correctos”. Nunca se nos dice que debemos ser autónomos y responsables, sin que ninguna instancia superior nos observe con lupa para asegurarse de que lo seamos. “Si incumples las leyes, serás castigado.” ¿Quién nos castiga? Tampoco se nos dice que somos demasiado valiosos para tener que adecuarnos a unos roles con los que no nos identificamos, o para desperdiciar nuestro afecto en personas que nunca nos reportarán nada. “Si no tienes amigos, serás infeliz y marginado” ¿Quién nos margina? Y por supuesto, jamás se nos dice que estamos aquí para ser felices y buscar esa felicidad –ni que esa felicidad esté en escucharse a sí mismo.

Somos animales que no se escuchan a sí mismos. Desde que nacemos, se nos alinea en una sociedad mecanizada y consumista donde el único cometido es formarse para ser un engranaje más –cuanto más contribuyente (prodigalidad en el bolsillo) mejor. ¡Estudiar, trabajar, cobrar, pagar, volver a trabajar, volver a cobrar, volver a pagar! Y se nos dice que esto es lo que establece la “razón”. Que nos distinguimos de los animales que viven por vivir en el hecho de que somos racionales y podemos distinguir el bien del mal. ¿Qué clase de mente enferma puede concebir como bueno un sistema donde sus deseos quedan subyugados en pos de otra cosa? No sólo en el sistema laboral; en el sistema social se nos educa para que estemos prestos a cumplir con las expectativas de los otros, para rechazar a los que no se amolden al criterio mayoritario -y a entrometernos en los asuntos de los demás, con la excusa de que debemos velar por que hagan lo correcto (Si no por pura mezquindad, por rencor hacia los que están por encima de nosotros, sea cual sea el criterio de medida.) Y se tiene la hipocresía de decir: “Nuestros derechos acaban donde empiezan los de los demás. ¡Todo aquel que no siga esta máxima es un egoísta que merece ser castigado!” Debemos cumplir con el establishment para ser personas.

(Os animo a ver la película. De todos modos, os recuerdo que  no escapa a la Ley "el libro siempre supera a la película". Sólo Charlie y la fábrica de chocolate es la excepción que confirma la regla.)

Para "ser personas"...

Si actuamos por nuestra cuenta, somos malos. Si no aceptamos lo que nos ofrecen como “lo bueno”, somos malos. Si nos atrevemos a salirnos de lo establecido, no somos personas. Si nos atrevemos a renegar de lo que nos oprime, somos animales.
¡Y esta es la raíz de nuestro mal! ¡Somos animales suicidas porque nos auto-impedimos ser felices! ¡Crecemos en la cultura del miedo –se nos enseña a temer, y se nos enseña que para escapar de ese temor debemos cambiar, debemos “progresar para ser algo mejor de lo que somos ahora”! Pregunto: ¿necesitan las gacelas renunciar a su velocidad para ser gacelas? ¿Necesitan los tigres renunciar a su deseo de carne para ser tigres? ¿Se siente un animal culpable de ser lo que es? ¿No evolucionamos nosotros de los animales? Entonces ¿por qué deberíamos tener un sentimiento que nos debilita y nos impide enfrentarnos a la vida?


A través de una sutil maniobra, se nos inculca que nuestros impulsos y deseos nos llevarán a la destrucción, que al caminar en solitario haremos daño a los demás -y que destacar entre la masa, por exceso (siendo mejores) o por defecto (siendo peores), nos hará seres solitarios e infelices. Y efectivamente así es, ¡porque la propia sociedad trata al díscolo de forma que acabe siendo tal! Es algo tan viejo y tan antiguo como el “si te trato como un criminal, creerás ser un criminal y te convertirás en tal; si te trato como un Dios, creerás ser un Dios y te convertirás en tal.”
Nos tratan como a máquinas, y eso mismo acabamos siendo. Se nos inculca que vivir “irracional y egoístamente”,  es malo, y acabamos creyéndonoslo. Es entonces cuando el trabajo ha terminado –no somos autómatas de otros, sino de nosotros mismos. Nos auto-aleccionamos y auto-sugestionamos para actuar de tal o cual forma. Pero aunque nosotros seamos los titiriteros, seguimos siendo títeres.

(Sí, me encanta este tipo. ¿Quieres una piruleta por haberlo adivinado, Sherlock?)

Es imposible alcanzar la felicidad si uno reniega de su naturaleza. La felicidad es variable para cada individuo, pero tiene algo en común para todos: los individuos se sienten satisfechos consigo mismos, se sienten alegres de ser lo que son y alegres de lo que hacen. Una felicidad basada en el sometimiento, la renuncia y el temor a sí mismo no puede nunca ser felicidad verdadera. Una vida sin felicidad no es una vida natural –no es una vida animal. Piensa por qué motivo deberías temer a tus deseos. Por qué deberías considerarte mejor que el resto de la Naturaleza. Por qué no eres feliz. Y no te atrevas a decir “sí, pero…” a menos que quieras seguir siendo un autómata.
Y sobre todo, pregúntate por qué el vivir según tus impulsos va a llevarte inevitablemente a la destrucción –por qué, hagas lo que hagas, acabará siendo malo.
Si queremos dejar de ser unos suicidas, debemos abandonar los miedos del niño de guardería y la máscara de "superioridad humana" y arrojarnos a la satisfacción plena de nuestros apetitos. Ser los animales que siempre hemos sido y tener el valor de reconocerlo, dejando de temer el origen de nuestros deseos. ¡Vive según tus designios! ¡Haz de ti tu propio guía y sé feliz! ¡Y aparta de tu camino a cualquiera que te diga "no lo harás"!
¡Cumple con tu cometido biológico, pedazo de animal!

(Los de Wall Street no cuentan; ya estás tardando en hacer como este bicho. ¿Ves su sonrisa? ¡Es feliz, toma ejemplo!)

17 jun 2011

INAUGURACIÓN DE LA MENTE TURBADA

En breve comenzaré a publicar mis primeros escritos.
Cuando digo en breve, quiero decir antes del 19 de junio de 2011.
Habrá un poco de todo, pero el tema central será el desarrollo de la filosofía del autor. Ni que decir tiene que podéis intervenir de la forma que queráis -mientras sean intervenciones con sentido.
Para matar el rato, también se añadirá algo de música, recomendaciones de libros y pelis, cómics y manga, e incluso alguna mención a algún evento o personaje de la vida real (la expresión "vida real" me sigue sonando extraña...) para que esto no sea un tostonazo.
Por supuesto, no faltarán las invitaciones a liarla parda y a la revolución interior y exterior.


PRELUDIO A LA IRREVERENCIA
Un humano plenamente libre es un humano plenamente responsable de sus actos. Los irresponsables, los cobardes y los estúpidos están condenados al olvido y la debilidad, siendo la paja que cubre a las agujas en la sociedad. Sólo los que se enfrentan a la vida sin miedo y son fieles a sí mismos están llamados a hacer las grandes cosas -ellos son las agujas, y su brillo y filo es lo más importante del mundo.
¡Sed inteligentes y ambiciosos! ¡Luchad por vuestros sueños y vuestra felicidad! ¡No temáis ser las ovejas negras de la sociedad -enorgulleceros de ello en vuestra intimidad! ¡Y recordad siempre que lo único en lo que podéis confiar plenamente y lo único a lo que debéis temer profundamente está al otro lado de vuestro espejo!

(Tranquilos, sólo es euforia por mi parte)